Hay que pintar a los invasores by Ralph Barby

Hay que pintar a los invasores by Ralph Barby

autor:Ralph Barby
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ciencia ficción, Novela
publicado: 1982-01-31T23:00:00+00:00


CAPÍTULO VI

—¿Habéis visto lo que lleváis pegado a la lanzadera?

Estel miró por el visor de infrarrojos y dijo:

—Yo no los veo, no están.

—Sí están —puntualizó Burt—. Lo que sucede es que se han muerto y congelado, no despiden ya calor y por tanto no pueden ser detectados por infrarrojos.

—Qué tonta soy, no había caído en ello. Claro, si están congelados no pueden ser detectados por infrarrojos, tienen la misma temperatura que el fuselaje de la lanzadera.

—Así es.

—¿Cómo los ves tú?

—Con el visor de rayos gamma.

—¿Me dejas ver?

—Sí, toma.

Estel tomó el pequeño visor de manos de Burt y pudo ver los cuerpos de los invasores, ahora más visibles aún que cuando se hallaban en el planeta y ya sólo esqueletos.

—Sí, están ahí. ¿Y qué haremos ahora con ellos?

—Habrá que arrancarlos del fuselaje al que han quedado pegados y arrojarlos al vacío sideral —dijo Burt.

—Eso será fácil, que Glot se ocupe luego de ellos —dijo Linx Blanc—, Que los meta en el tubo de expulsión de desperdicios y nos libraremos de esos cadáveres. El que importa ahora es el que tenemos vivo y prisionero.

Lo habían sacado del cartucho de supra-plasti-glass para encerrarlo en una especie de celda con puerta de cristal. Había apagado las luces y una telecámara con visor de infrarrojos le enfocaba de lleno.

Los humano-terrícolas no podían verlo con sus ojos, pero la telecámara de infrarrojos sí captaba su imagen que al mismo tiempo se proyectaba en una gran pantalla que incluso podía ver el propio prisionero.

—Está despertando —advirtió Estel.

Todos pasaban su mirada de la pantalla a la celda con puerta de cristal.

El extraño alienígena de brazos trifurcados se fue reincorporándose hasta ponerse en pie.

—Es bastante grande —opinó Claudy.

Estel añadió:

—Y muy feroz.

Aquel ser tan enigmático se los quedó mirando, al parecer con su equilibrio mental recuperado. Miró hacia la pantalla y se vio a sí mismo con toda nitidez, en color y tres dimensiones.

Movió sus manos y observó que la imagen le devolvía los mismos movimientos. De súbito, lanzó un horrísono alarido que les sorprendió y sobrecogió a todos, haciéndoles estremecer.

—Caramba, como grita el tipejo ese —gruñó Glot molesto, tocándose los oídos.

—No es un tipejo —le rebatió Sánchez—, Es un tipazo, algo demasiado grande y peligroso para adjudicarle apodos que expresen pequeñez. No es precisamente un alfeñique.

—Yo no creo que sea inteligente —opinó Claudy.

Pues yo creo que es más inteligente de lo que su extraño cuerpo pueda darnos a entender.

—Si fuera inteligente, vestiría ropas —observó Estel.

—¿Por qué? Eso de ponernos ropas encima para cubrir nos es una necesidad que nos creamos nosotros los terrícolas porque nuestro cuerpo comenzó a dejar de ser resistente al ambiente en que nuestros ancestros vivían. Abandonaron los lugares donde nacieron y se acomodaron a otros más fríos o más calurosos y en vez de esperar a que nuestros cuerpos se adaptaran al frío, a los vientos, al calor, a la lluvia, nuestra mente, que había evolucionado más rápido que el resto del cuerpo, inventó las ropas, lo que ningún animal ha hecho. Los otros animales han evolucionado más lentamente y los que no lo han logrado, han desaparecido.



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